EL PROYECTO ES REALIZADO POR EL FICBAQ Y SU FUNDACIÓN CÁMARA OSCURA.
Están en una cruzada por llevar el séptimo arte hasta los últimos confines de Barranquilla. Viajan en un vehículo al que llaman La Movileta, equipado con todo lo necesario para realizar proyecciones audiovisuales. Son un grupo de jóvenes obstinados, movido por sus ideales, con la firme convicción de que el arte transforma. Su líder es un hombre barbudo, de cabello largo y desaliñado. Giuliano Cavalli es su nombre y dirige la fundación Cámara Oscura y el Festival Internacional de Cine de Barranquilla (Ficbaq).
“Desde la fundación creemos que el cine debe ser accesible a todo el mundo, sobre todo en los barrios más necesitados. Además de eso, utilizamos La Movileta como un equipo de comunicación porque hay personas que no tienen acceso a la prensa o al internet y de esa forma se enteran que en la ciudad se realiza un festival de cine”, comenta Cavalli.
Ya visitaron Las Malvinas, Las Américas, Las Flores, La Playa, Nuevas Esperanza y Ríomar. Ahora están aquí en el barrio El Bosque, en un peladero triste que sería lo más parecido a un parque o a una plaza pública, junto a la iglesia San Pio, en uno de los sectores más peligrosos de Barranquilla.
Por una bocina el vehículo convoca, con una grabación de estética circense, que hay “cine gratis”. Como por arte de magia comienzan aparecer niños, muchos niños, decenas de niños, maravillados y expectantes por lo que les ofrecerá ese camioncito verde militar, decorado con una mona lisa gigante, que irrumpió sin previo aviso en su realidad.
“Aquí la población infantil es muy alta, hay madres que tienen hasta nueve hijos”, manifiesta Soledad Ospino, presidenta de la junta de acción comunal Bosque Centro, quien agrega que los espacios de diversión y de sano esparcimiento en el sector para esa población son casi nulos.
La función empieza, la pequeña Marisol observa embelesada Origami, un corto animado que narra las vicisitudes de un barquito de papel. Si el mundo estuviera cayéndose a su lado, Marisol permanecería allí, inmutable; hechizada ante la gran pantalla.
“Nunca he ido a cine”, confiesa la niña de 11 años, para quien divertirse está asociado con cocinar, sobre todo cuando aquella acción tendrá como resultado un arroz con huevo y salchichón.
En cambio Stewart, también con 11 años, quien se encuentra a un costado mirando con atención la película, cuenta que la única vez que piso una sala de cine fue gracias a una ong que lo llevó al Buena Vista a verse Iron Man 3. Isaías, su amiguito, dice que la misma organización lo llevó al mismo centro comercial pero a Divercity. De repente, los dos se distraen y comienzan a recordar, emocionados, esa experiencia que los marcó en su corta vida.
Carlos, un vendedor de pescados con seis hijos, que aparenta tener un poco más de 30 años, pregunta si el vehículo seguirá viniendo a su barrio.
“Sería buenísimo que esto sucediera más a menudo, mira como está lleno de pelaítos, están felices. Este barrio no les ofrece nada ellos; solo violencia y drogas se ven en estas calles”, dice resignado el padre de familia.
Se acaba el último cortometraje, en total se proyectaron cinco, los organizadores de La Movileta anuncian que la jornada ha terminado. Unos 150 chiquillos comienzan a gritar, como si estuvieran en un concierto, “¡otra, otra!”. No quieren que la noche termine. Probablemente, para algunos de ellos esa será la experiencia más cercana en su vida de estar en una sala de cine. Para otros, sin embargo, el poder séptimo arte les ampliará el horizonte mucho más allá de los límites de su barrio.
SAMUEL LOSADA IRIARTE, ESPECIAL PARA ADN
https://diarioadn.co/barranquilla/mi-ciudad/la-movileta-lleva-cine-por-toda-barranquilla-1.95775
Escribenos